La educación emancipadora, clave para una enseñanza eficaz

La educación emancipadora, clave para una enseñanza eficaz

La educación formal es un factor importante que influye de manera decisiva y condiciona nuestro vivir. Desde la primera infancia es necesario recibir una enseñanza adecuada para el desarrollo óptimo de las habilidades cognitivas, físicas y mentales, de los valores éticos y de un sinfín de cuestiones que atraviesan nuestra relación con el entorno. La calidad de la educación es de crucial importancia ya que sus efectos influyen en el proceso de construcción de la personalidad del estudiante, en las relaciones, de diversa índole, que este pueda establecer; e incluso puede afectar la movilidad social.

Entonces, la educación no es un simple servicio que usamos gran parte de la vida, sino que es un derecho y es vital poder acceder a él. Según Ayuda en Acción, una organización no gubernamental que lucha contra la pobreza y desigualdad beneficiando a más de medio millón de personas en cuatro continentes, la enseñanza formal es importante para brindar diferentes mensajes y estímulos de calidad que contribuyan a un sano proceso de aprendizaje y desarrollo de la persona.

Una educación acertada y plena necesita, por lo tanto, de un educador eficiente, capaz de acompañar al educando. Si bien no existe un tipo de maestro perfecto, sí podemos optar por un modelo que brinde los mejores resultados, y este es el de enseñanza emancipadora.


Jacques Rancière, filósofo y profesor francés, realiza un recorrido por la aventura intelectual de su compatriota Joseph Jacotot, pedagogo y político, y teoriza sobre dos modelos de enseñanza en su libro El Maestro ignorante. Jacotot pudo enseñar su lengua a estudiantes cuya lengua materna era el holandés, con la particularidad de que ignoraba por completo ese idioma. Mediante un manual bilingüe, los estudiantes completaron su aprendizaje. Y Jacotot puso a prueba un método de enseñanza emancipadora, opuesto a la enseñanza tradicional explicadora. A través de esta atípica manera de enseñar de Jacotot, los estudiantes fueron dotados de libertad e independencia educativa.

La definición de la palabra emancipación remite a una liberación de una imposición aplicada por una autoridad sobre los estudiantes, que es más o menos lo que el modelo explicador realiza. Este somete la inteligencia del alumno al saber del maestro, quien deposita sus conocimientos en su educando. Paulo Freire, pedagogo y filósofo brasileño, llamó a esto educación bancaria, término que no sólo pone de manifiesto dicha opresión, sino que también expone el rol pasivo al que se margina al educando.

Alejandro Barranquero, Doctor en Periodismo y Licenciado en Comunicación Audiovisual, (2006) destaca del pensamiento de Freire la diferencia abismal que realiza entre información y comunicación. El primer término hace referencia a un acto de transmisión y emisión de datos de forma unidireccional y vertical; mientras que el segundo, constituye una doble vía de interacción que conforma la base para una educación liberadora, emancipadora y concientizadora.

En efecto, el modelo explicador “deposita información” en el alumno, como si este fuera un banco. La enseñanza explicadora evidencia una distancia entre su saber y el del educando y lo atonta porque no apunta al desarrollo de la autonomía intelectual del estudiante, sino que traduce los saberes a un lenguaje más sencillo para que pueda entender. El alumno recibe, memoriza, repite y olvida porque no hay una construcción óptima de las habilidades para comprender y razonar. Por el contrario, el maestro emancipador es sinónimo de liberación, de independencia, de comunicación ya que potencia la construcción de un diálogo intelectual entre dos inteligencias y dos voluntades. Esto permite enseñar hasta lo que se ignora, abriendo paso a un proceso horizontal y a un rol activo del estudiante, es decir, ambas personas son emisores y ambas son receptoras en el proceso de enseñanza.

Ahora bien, el concepto de emancipación se asocia con un papel relegado del profesor, a diferencia del explicador que está, por demás, activo y presente. Pero nada más equivocado que esto, ya que un maestro emancipador siempre está acompañando a su estudiante y su autoridad, sin ser autoritario, no disminuye. Esta vaga idea de abandono surge de la independencia con la que aprenden los estudiantes. Un ejemplo actual de la emancipación proviene del tan aclamado sistema educativo finlandés, que desde principios de siglo se ubica en los primeros puestos en matemáticas, ciencias y lengua del Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA). El Foro Económico Mundial (2018) destaca que en Finlandia el educando no ingresa tan joven a la escuela y no pasa demasiadas horas en las aulas. Además, el sistema no está estandarizado y no tienen demasiadas tareas para realizar en casa. Lo fuerte de esta educación está en la formación del maestro. La capacidad del profesional para detectar las necesidades y aptitudes del estudiante a fin de ofrecerle una educación personalizada y al ritmo de su capacidad de aprendizaje es la clave. Entonces, pasar menos tiempo con un profesor no significa que este sea ausente, sino que la cuestión recae sobre la calidad del profesional y el emancipador resulta más eficiente.

Es el modelo emancipador el que independiza y rompe con las imposiciones, el que estimula una comprensión y pensamiento crítico porque incentiva al estudiante a buscar otros conocimientos para contribuir al debate académico. Este orden de enseñanza brinda las condiciones para que las personas en proceso de aprendizaje puedan buscar y desarrollar sus propias herramientas y habilidades, tanto físicas como mentales, para que los estudiantes no formen un vulgo homogéneo de información que realiza las mismas acciones, como si fueran un puñado de soldados. Asimismo, el modelo emancipador incentiva al estudiante a ser autodidacta. La enseñanza emancipadora realiza un quiebre en la dependencia característica del explicador que enseña de manera progresiva determinando cuándo es el momento adecuado para avanzar en la complejidad de los saberes. El autoaprendizaje es una habilidad que vale para toda la vida y para las diferentes actividades de diversa índole en las que decidamos incursionar.

En conclusión, una enseñanza y, sobre todo, un maestro emancipador es importante para transitar una educación formal, con un ritmo propio de aprendizaje en el que podamos desarrollar herramientas personalizadas. La influencia de un modelo que libera e independiza nos construye y prepara para obtener una óptima educación en general. Una enseñanza que ponga especial atención en el estudiante y en la formación profesional del docente para potenciar un rol activo del educando, al tiempo que articule un diálogo intelectual, es la base para contribuir a la formación de jóvenes y adultos independientes, autosuficientes y capaces de hacer todo lo que se propongan. Rancière (1987) sostiene que no existe hombre sobre la tierra que no haya aprendido alguna cosa por sí mismo y sin maestro explicador (p.13).

Florencia Storniolo

Florencia Storniolo

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